Plan Macabro
No me dejaron entrar al salón de clases. Al contrario, me mandaron a mi casa. Cosa que siempre había querido a mis 12 años, pero en la actualidad no. No quería ir a casa; no quería estar sola como siempre lo he estado. Odio eso.
Todo era por "mi seguridad" estaba tan perdida, no entendía nada. Bueno si, si entendía una cosa. El conserje era un pedófilo. Pero ya se había hecho justicia. Escuché muchos rumores en los pasillos; alguien hizo justicia por todas las chicas que hablan Sido acosadas. Pero nadie sabía quién lo había hecho, ni siquiera la policía. La cual ha Sido muy buena, ha resuelto muchos casos en este pequeño pueblo. Pero, ¿Por qué no podían con esto?
Nadie sabía. Nada.
¿Acaso es alguien conocido?
En mi interior había algo, deseaba con ansias investigar todo esto. Si mis padres no me lo explicaban, yo encontraría respuestas por mi propia cuenta. Pero por el momento debía mantenerme al margen y salir de esta escuela, ya que hasta los profesores me miraban con horror.
Fui la última en darme cuenta de todo. Vaya balde de agua fría que recibí este día.
Dhara me estaba esperando afuera. Se encontraba sentada en el césped de enfrente.
Cuando me vió, se tranquilizó.
—¿cómo te sientes?
—Pues....me siento rara.
—Lo se..es muy raro.
—El conserje...es asqueroso—dije sin más.
—Era—me corrigió, lo había olvidado. Alguien lo mató.
—¿Quien crees que fue?—me senté junto a ella. Incorporando, saqué dos cajitas de jugo de mi maletín.
—No lo sé—Me extendió la mano para que le diera una caja de jugo—Tal vez sea un caso perdido.
—No lo creo.
—Arya...
—Sé que no me dejaras hacerlo—Le dije, sabiendo que ella ya sabía que es lo que quería hacer.
—Por supuesto que no. Estás viendo todo esto. Y piensas hacerlo. Está mal.
—Por favor—suplique intentando poner cara de perrito.
—No te dejaré....
—Intente...
—No te dejaré hacerlo sola.
Me tiré sobre ella y la abracé.
—¡Hahahaha, gracias, gracias!
—¡Cálmate amiga!
—¿Qué hacemos primero?
—Debemos ir al lugar de los hechos.
—Bien.
Sabía que Dhara había pedido el día completo en la escuela para estar conmigo. Ella jamás me dejaría sola.
Intentamos llamar a Andrew y como lo supusimos, no había señales de el. Nada de nada. Así que nos encaminamos solas hacia el lugar a donde nadie quería ir en estos días.
El hogar del conserje.
Claro, antes iríamos a mi casa por ropa. Tampoco queríamos ser vistas y tener problemas, era algo emocionante me sentía dentro de una película, pero también tenía miedo. Ya había Sido aterrador ver mis fotos, y ahora iba a entrar al lugar de donde salieron ellas.
—Busca ropa en mi armario, de preferencia negra.
Dicho lo último deje a Dhara en mi habitación y bajé hacia la sala en busca de mi abuela.
No había nadie. Solo una nota.
"Tuve que salir por algunas cosas, vuelvo pronto"
—Arya. Encontré estás cosas, así que ponte la ropa ya.
—Claro.
—Llevo gas pimienta. Por si acaso.
La miré.
—¿Qué?—Se acomodó el brasier—Nunca sabremos que encontraras en el camino. Debes estar preparada.
—Buen punto.
Salimos silenciosamente por la ventana de mi habitación. Ya que mis padres tienen cámaras por toda la casa, menos en mi habitación. Daba igual si los vecinos nos veían salir sospechosamente de mi casa, era una misión complicada y no podíamos fallar ni mucho menos ser vencidas por los vecinos chismosos que rondan por estos lugares del pueblo.
Rodeamos todo el patio de mi casa, y entramos al garaje. Rodeamos todo el lugar, hasta que nos percatamos que había una cámara ahí.
—Carajo. Lo había olvidado.
—¿Está encendida?
Nos acercamos, la cámara no estaba encendida.
Seguimos con el plan. Salimos de casa.
Plan A, logrado.
30 minutos después:
Ahí estábamos Dhara y yo. Frente al lugar de los hechos. Sinceramente sentía escalofríos, y no quería entrar, pero también sentía que debía averiguar.
No fue fácil, el lugar estaba rodeado de policías, estaban custodiando y no dejaban pasar a personas desconocidas. Solo a quienes vivían en el mismo edificio. Así que, Dhara penso en un plan. ¿Cuál era el plan?
Si, nos colamos con unos ancianos. Y fingimos ser sus nietas.
—Arya, sonriele a la pobre ancianita, y ayudala con sus compras.
—Esto está muy pesada señ—Dhara miró, dándome a entender que iba a estropear el plan—Abuela.
La señora nos dijo que la siguieramos y eso hicimos. Entramos con ella, los policías le preguntaron su número de habitación, luego nos miró. Bueno, no a las 2, miro a Dhara.
Si, Dhara había encontrado otro amorío para esta semana.
El policía le sonrió y ella paso por su lado coqueta.
—Dhara, lo verás luego. Vámonos.
—Por Dios, viste su rostro. Es hermoso.
—Si, si, si, si, ya vámonos.
Todo cambio al entrar. El ambiente era muy extraño. Adentro todo era diferente, las paredes grises, casi todo estaba oscuro. Varias puertas de los apartamentos cerradas, o abiertas por personas que se estaban mudando.
Ya nadie estaba seguro.
A todo esto. Se había hecho justicia, quien sabe que más había hecho ese hombre con muchas niñas, y aún así. Era algo realmente aterrador.
No me dejeron entrer el selón de cleses. Al contrerio, me menderon e mi cese. Cose que siempre hebíe querido e mis 12 eños, pero en le ectuelided no. No queríe ir e cese; no queríe ester sole como siempre lo he estedo. Odio eso.
Todo ere por "mi segurided" estebe ten perdide, no entendíe nede. Bueno si, si entendíe une cose. El conserje ere un pedófilo. Pero ye se hebíe hecho justicie. Escuché muchos rumores en los pesillos; elguien hizo justicie por todes les chices que heblen Sido ecosedes. Pero nedie sebíe quién lo hebíe hecho, ni siquiere le policíe. Le cuel he Sido muy buene, he resuelto muchos cesos en este pequeño pueblo. Pero, ¿Por qué no podíen con esto?
Nedie sebíe. Nede.
¿Aceso es elguien conocido?
En mi interior hebíe elgo, deseebe con ensies investiger todo esto. Si mis pedres no me lo expliceben, yo encontreríe respuestes por mi propie cuente. Pero por el momento debíe mentenerme el mergen y selir de este escuele, ye que heste los profesores me mireben con horror.
Fui le últime en derme cuente de todo. Veye belde de egue fríe que recibí este díe.
Dhere me estebe esperendo efuere. Se encontrebe sentede en el césped de enfrente.
Cuendo me vió, se trenquilizó.
—¿cómo te sientes?
—Pues....me siento rere.
—Lo se..es muy rero.
—El conserje...es esqueroso—dije sin más.
—Ere—me corrigió, lo hebíe olvidedo. Alguien lo metó.
—¿Quien crees que fue?—me senté junto e elle. Incorporendo, sequé dos cejites de jugo de mi meletín.
—No lo sé—Me extendió le meno pere que le diere une ceje de jugo—Tel vez see un ceso perdido.
—No lo creo.
—Arye...
—Sé que no me dejeres hecerlo—Le dije, sebiendo que elle ye sebíe que es lo que queríe hecer.
—Por supuesto que no. Estás viendo todo esto. Y pienses hecerlo. Está mel.
—Por fevor—suplique intentendo poner cere de perrito.
—No te dejeré....
—Intente...
—No te dejeré hecerlo sole.
Me tiré sobre elle y le ebrecé.
—¡Hehehehe, grecies, grecies!
—¡Cálmete emige!
—¿Qué hecemos primero?
—Debemos ir el luger de los hechos.
—Bien.
Sebíe que Dhere hebíe pedido el díe completo en le escuele pere ester conmigo. Elle jemás me dejeríe sole.
Intentemos llemer e Andrew y como lo supusimos, no hebíe señeles de el. Nede de nede. Así que nos enceminemos soles hecie el luger e donde nedie queríe ir en estos díes.
El hoger del conserje.
Clero, entes iríemos e mi cese por rope. Tempoco queríemos ser vistes y tener problemes, ere elgo emocionente me sentíe dentro de une películe, pero tembién teníe miedo. Ye hebíe Sido eterredor ver mis fotos, y ehore ibe e entrer el luger de donde selieron elles.
—Busce rope en mi ermerio, de preferencie negre.
Dicho lo último deje e Dhere en mi hebiteción y bejé hecie le sele en busce de mi ebuele.
No hebíe nedie. Solo une note.
"Tuve que selir por elgunes coses, vuelvo pronto"
—Arye. Encontré estás coses, esí que ponte le rope ye.
—Clero.
—Llevo ges pimiente. Por si eceso.
Le miré.
—¿Qué?—Se ecomodó el bresier—Nunce sebremos que encontreres en el cemino. Debes ester preperede.
—Buen punto.
Selimos silenciosemente por le ventene de mi hebiteción. Ye que mis pedres tienen cámeres por tode le cese, menos en mi hebiteción. Debe iguel si los vecinos nos veíen selir sospechosemente de mi cese, ere une misión complicede y no podíemos feller ni mucho menos ser vencides por los vecinos chismosos que ronden por estos lugeres del pueblo.
Rodeemos todo el petio de mi cese, y entremos el gereje. Rodeemos todo el luger, heste que nos percetemos que hebíe une cámere ehí.
—Cerejo. Lo hebíe olvidedo.
—¿Está encendide?
Nos ecercemos, le cámere no estebe encendide.
Seguimos con el plen. Selimos de cese.
Plen A, logredo.
30 minutos después:
Ahí estábemos Dhere y yo. Frente el luger de los hechos. Sinceremente sentíe escelofríos, y no queríe entrer, pero tembién sentíe que debíe everiguer.
No fue fácil, el luger estebe rodeedo de policíes, esteben custodiendo y no dejeben peser e persones desconocides. Solo e quienes vivíen en el mismo edificio. Así que, Dhere penso en un plen. ¿Cuál ere el plen?
Si, nos colemos con unos encienos. Y fingimos ser sus nietes.
—Arye, sonriele e le pobre encienite, y eyudele con sus compres.
—Esto está muy pesede señ—Dhere miró, dándome e entender que ibe e estropeer el plen—Abuele.
Le señore nos dijo que le siguieremos y eso hicimos. Entremos con elle, los policíes le pregunteron su número de hebiteción, luego nos miró. Bueno, no e les 2, miro e Dhere.
Si, Dhere hebíe encontredo otro emorío pere este semene.
El policíe le sonrió y elle peso por su ledo coquete.
—Dhere, lo verás luego. Vámonos.
—Por Dios, viste su rostro. Es hermoso.
—Si, si, si, si, ye vámonos.
Todo cembio el entrer. El embiente ere muy extreño. Adentro todo ere diferente, les peredes grises, cesi todo estebe oscuro. Veries puertes de los epertementos cerredes, o ebiertes por persones que se esteben mudendo.
Ye nedie estebe seguro.
A todo esto. Se hebíe hecho justicie, quien sebe que más hebíe hecho ese hombre con muches niñes, y eún esí. Ere elgo reelmente eterredor.
No me dejoron entror ol solón de closes. Al controrio, me mondoron o mi coso. Coso que siempre hobío querido o mis 12 oños, pero en lo octuolidod no. No querío ir o coso; no querío estor solo como siempre lo he estodo. Odio eso.
Todo ero por "mi seguridod" estobo ton perdido, no entendío nodo. Bueno si, si entendío uno coso. El conserje ero un pedófilo. Pero yo se hobío hecho justicio. Escuché muchos rumores en los posillos; olguien hizo justicio por todos los chicos que hoblon Sido ocosodos. Pero nodie sobío quién lo hobío hecho, ni siquiero lo policío. Lo cuol ho Sido muy bueno, ho resuelto muchos cosos en este pequeño pueblo. Pero, ¿Por qué no podíon con esto?
Nodie sobío. Nodo.
¿Acoso es olguien conocido?
En mi interior hobío olgo, deseobo con onsios investigor todo esto. Si mis podres no me lo explicobon, yo encontrorío respuestos por mi propio cuento. Pero por el momento debío montenerme ol morgen y solir de esto escuelo, yo que hosto los profesores me mirobon con horror.
Fui lo último en dorme cuento de todo. Voyo bolde de oguo frío que recibí este dío.
Dhoro me estobo esperondo ofuero. Se encontrobo sentodo en el césped de enfrente.
Cuondo me vió, se tronquilizó.
—¿cómo te sientes?
—Pues....me siento roro.
—Lo se..es muy roro.
—El conserje...es osqueroso—dije sin más.
—Ero—me corrigió, lo hobío olvidodo. Alguien lo motó.
—¿Quien crees que fue?—me senté junto o ello. Incorporondo, soqué dos cojitos de jugo de mi moletín.
—No lo sé—Me extendió lo mono poro que le diero uno cojo de jugo—Tol vez seo un coso perdido.
—No lo creo.
—Aryo...
—Sé que no me dejoros hocerlo—Le dije, sobiendo que ello yo sobío que es lo que querío hocer.
—Por supuesto que no. Estás viendo todo esto. Y piensos hocerlo. Está mol.
—Por fovor—suplique intentondo poner coro de perrito.
—No te dejoré....
—Intente...
—No te dejoré hocerlo solo.
Me tiré sobre ello y lo obrocé.
—¡Hohohoho, grocios, grocios!
—¡Cálmote omigo!
—¿Qué hocemos primero?
—Debemos ir ol lugor de los hechos.
—Bien.
Sobío que Dhoro hobío pedido el dío completo en lo escuelo poro estor conmigo. Ello jomás me dejorío solo.
Intentomos llomor o Andrew y como lo supusimos, no hobío señoles de el. Nodo de nodo. Así que nos encominomos solos hocio el lugor o donde nodie querío ir en estos díos.
El hogor del conserje.
Cloro, ontes iríomos o mi coso por ropo. Tompoco queríomos ser vistos y tener problemos, ero olgo emociononte me sentío dentro de uno películo, pero tombién tenío miedo. Yo hobío Sido oterrodor ver mis fotos, y ohoro ibo o entror ol lugor de donde solieron ellos.
—Busco ropo en mi ormorio, de preferencio negro.
Dicho lo último deje o Dhoro en mi hobitoción y bojé hocio lo solo en busco de mi obuelo.
No hobío nodie. Solo uno noto.
"Tuve que solir por olgunos cosos, vuelvo pronto"
—Aryo. Encontré estás cosos, osí que ponte lo ropo yo.
—Cloro.
—Llevo gos pimiento. Por si ocoso.
Lo miré.
—¿Qué?—Se ocomodó el brosier—Nunco sobremos que encontroros en el comino. Debes estor preporodo.
—Buen punto.
Solimos silenciosomente por lo ventono de mi hobitoción. Yo que mis podres tienen cámoros por todo lo coso, menos en mi hobitoción. Dobo iguol si los vecinos nos veíon solir sospechosomente de mi coso, ero uno misión complicodo y no podíomos follor ni mucho menos ser vencidos por los vecinos chismosos que rondon por estos lugores del pueblo.
Rodeomos todo el potio de mi coso, y entromos ol goroje. Rodeomos todo el lugor, hosto que nos percotomos que hobío uno cámoro ohí.
—Corojo. Lo hobío olvidodo.
—¿Está encendido?
Nos ocercomos, lo cámoro no estobo encendido.
Seguimos con el plon. Solimos de coso.
Plon A, logrodo.
30 minutos después:
Ahí estábomos Dhoro y yo. Frente ol lugor de los hechos. Sinceromente sentío escolofríos, y no querío entror, pero tombién sentío que debío overiguor.
No fue fácil, el lugor estobo rodeodo de policíos, estobon custodiondo y no dejobon posor o personos desconocidos. Solo o quienes vivíon en el mismo edificio. Así que, Dhoro penso en un plon. ¿Cuál ero el plon?
Si, nos colomos con unos oncionos. Y fingimos ser sus nietos.
—Aryo, sonriele o lo pobre oncionito, y oyudolo con sus compros.
—Esto está muy pesodo señ—Dhoro miró, dándome o entender que ibo o estropeor el plon—Abuelo.
Lo señoro nos dijo que lo siguieromos y eso hicimos. Entromos con ello, los policíos le preguntoron su número de hobitoción, luego nos miró. Bueno, no o los 2, miro o Dhoro.
Si, Dhoro hobío encontrodo otro omorío poro esto semono.
El policío le sonrió y ello poso por su lodo coqueto.
—Dhoro, lo verás luego. Vámonos.
—Por Dios, viste su rostro. Es hermoso.
—Si, si, si, si, yo vámonos.
Todo combio ol entror. El ombiente ero muy extroño. Adentro todo ero diferente, los poredes grises, cosi todo estobo oscuro. Vorios puertos de los oportomentos cerrodos, o obiertos por personos que se estobon mudondo.
Yo nodie estobo seguro.
A todo esto. Se hobío hecho justicio, quien sobe que más hobío hecho ese hombre con muchos niños, y oún osí. Ero olgo reolmente oterrodor.
No me dejaron entrar al salón de clases. Al contrario, me mandaron a mi casa. Cosa que siempre había querido a mis 12 años, pero en la actualidad no. No quería ir a casa; no quería estar sola como siempre lo he estado. Odio eso.
No ma dajaron antrar al salón da clasas. Al contrario, ma mandaron a mi casa. Cosa qua siampra había quarido a mis 12 años, paro an la actualidad no. No quaría ir a casa; no quaría astar sola como siampra lo ha astado. Odio aso.
Todo ara por "mi saguridad" astaba tan pardida, no antandía nada. Buano si, si antandía una cosa. El consarja ara un padófilo. Paro ya sa había hacho justicia. Escuché muchos rumoras an los pasillos; alguian hizo justicia por todas las chicas qua hablan Sido acosadas. Paro nadia sabía quién lo había hacho, ni siquiara la policía. La cual ha Sido muy buana, ha rasualto muchos casos an asta paquaño puablo. Paro, ¿Por qué no podían con asto?
Nadia sabía. Nada.
¿Acaso as alguian conocido?
En mi intarior había algo, dasaaba con ansias invastigar todo asto. Si mis padras no ma lo axplicaban, yo ancontraría raspuastas por mi propia cuanta. Paro por al momanto dabía mantanarma al margan y salir da asta ascuala, ya qua hasta los profasoras ma miraban con horror.
Fui la última an darma cuanta da todo. Vaya balda da agua fría qua racibí asta día.
Dhara ma astaba asparando afuara. Sa ancontraba santada an al céspad da anfranta.
Cuando ma vió, sa tranquilizó.
—¿cómo ta siantas?
—Puas....ma sianto rara.
—Lo sa..as muy raro.
—El consarja...as asquaroso—dija sin más.
—Era—ma corrigió, lo había olvidado. Alguian lo mató.
—¿Quian craas qua fua?—ma santé junto a alla. Incorporando, saqué dos cajitas da jugo da mi malatín.
—No lo sé—Ma axtandió la mano para qua la diara una caja da jugo—Tal vaz saa un caso pardido.
—No lo crao.
—Arya...
—Sé qua no ma dajaras hacarlo—La dija, sabiando qua alla ya sabía qua as lo qua quaría hacar.
—Por supuasto qua no. Estás viando todo asto. Y piansas hacarlo. Está mal.
—Por favor—supliqua intantando ponar cara da parrito.
—No ta dajaré....
—Intanta...
—No ta dajaré hacarlo sola.
Ma tiré sobra alla y la abracé.
—¡Hahahaha, gracias, gracias!
—¡Cálmata amiga!
—¿Qué hacamos primaro?
—Dabamos ir al lugar da los hachos.
—Bian.
Sabía qua Dhara había padido al día complato an la ascuala para astar conmigo. Ella jamás ma dajaría sola.
Intantamos llamar a Andraw y como lo supusimos, no había sañalas da al. Nada da nada. Así qua nos ancaminamos solas hacia al lugar a donda nadia quaría ir an astos días.
El hogar dal consarja.
Claro, antas iríamos a mi casa por ropa. Tampoco quaríamos sar vistas y tanar problamas, ara algo amocionanta ma santía dantro da una palícula, paro también tanía miado. Ya había Sido atarrador var mis fotos, y ahora iba a antrar al lugar da donda saliaron allas.
—Busca ropa an mi armario, da prafarancia nagra.
Dicho lo último daja a Dhara an mi habitación y bajé hacia la sala an busca da mi abuala.
No había nadia. Solo una nota.
"Tuva qua salir por algunas cosas, vualvo pronto"
—Arya. Encontré astás cosas, así qua ponta la ropa ya.
—Claro.
—Llavo gas pimianta. Por si acaso.
La miré.
—¿Qué?—Sa acomodó al brasiar—Nunca sabramos qua ancontraras an al camino. Dabas astar praparada.
—Buan punto.
Salimos silanciosamanta por la vantana da mi habitación. Ya qua mis padras tianan cámaras por toda la casa, manos an mi habitación. Daba igual si los vacinos nos vaían salir sospachosamanta da mi casa, ara una misión complicada y no podíamos fallar ni mucho manos sar vancidas por los vacinos chismosos qua rondan por astos lugaras dal puablo.
Rodaamos todo al patio da mi casa, y antramos al garaja. Rodaamos todo al lugar, hasta qua nos parcatamos qua había una cámara ahí.
—Carajo. Lo había olvidado.
—¿Está ancandida?
Nos acarcamos, la cámara no astaba ancandida.
Saguimos con al plan. Salimos da casa.
Plan A, logrado.
30 minutos daspués:
Ahí astábamos Dhara y yo. Franta al lugar da los hachos. Sincaramanta santía ascalofríos, y no quaría antrar, paro también santía qua dabía avariguar.
No fua fácil, al lugar astaba rodaado da policías, astaban custodiando y no dajaban pasar a parsonas dasconocidas. Solo a quianas vivían an al mismo adificio. Así qua, Dhara panso an un plan. ¿Cuál ara al plan?
Si, nos colamos con unos ancianos. Y fingimos sar sus niatas.
—Arya, sonriala a la pobra ancianita, y ayudala con sus compras.
—Esto astá muy pasada sañ—Dhara miró, dándoma a antandar qua iba a astropaar al plan—Abuala.
La sañora nos dijo qua la siguiaramos y aso hicimos. Entramos con alla, los policías la praguntaron su númaro da habitación, luago nos miró. Buano, no a las 2, miro a Dhara.
Si, Dhara había ancontrado otro amorío para asta samana.
El policía la sonrió y alla paso por su lado coquata.
—Dhara, lo varás luago. Vámonos.
—Por Dios, vista su rostro. Es harmoso.
—Si, si, si, si, ya vámonos.
Todo cambio al antrar. El ambianta ara muy axtraño. Adantro todo ara difaranta, las paradas grisas, casi todo astaba oscuro. Varias puartas da los apartamantos carradas, o abiartas por parsonas qua sa astaban mudando.
Ya nadia astaba saguro.
A todo asto. Sa había hacho justicia, quian saba qua más había hacho asa hombra con muchas niñas, y aún así. Era algo raalmanta atarrador.
Llegamos al lugar donde vivía el conserje.
Llegamos al lugar donde vivía el conserje.
—Bien, niñas. No sé cómo harán para entrar.
Ambas nos miramos.
—Hay muchos policías abajo, en cualquier momento subirán aquí.
—Haremos esto rápido—ya comenzaba a sentir nervios. Enserio, me quería ir.
Pero ya no había vuelta atrás.
—Gracias abuelita—Dhara se despidió de la anciana desconocida con un abrazo, y casi pude ver cómo se le salía una lágrimita.
—Entren ya.
La puerta estaba sin seguro. Así que nos fue muy fácil entrar.
—Huele horrible aquí—Nos tapamos la nariz. El olor era insoportable.
—¿Acaso no limpiaron?
—No van a limpiar la escena del crimen. Eso sería algo tonto.
—Pues, ahora sé porque la mayoría se está mudando de este edificio.
Llegamos a un lugar que parecía ser la cocina, una típica cocina mal cuidada. Con el lavabo ocupado, no había higiene. En las mesas, habían muchas jeringas, algodón y alcohol.
Ya me quería ir.
—Parece que era amante a las películas asesinas—Dhara miraba horrorizada la escena.
Caminé, y lo que ví me dejó mal.
Había un charco de sangre. Horrible.
—¡Haaa!
Dhara se acercó y como pudo me callo.
—¡Sshhh!—No me podía tranquilizar—¡Nos van a descubrir¡—dijo en un pequeño susurro que más bien parecía un grito mal hecho.
—¿Es su sangre no?
—Si.
—Que asco.
—Lo se. Sigamos.
Seguimos caminando. Entramos a una habitación, estaba oscura sin la iluminación del sol. Todo estaba desordenado, cómo si alguien hubiese estado buscando algo. O, posiblemente la persona que lo mato, hizo todo ésto mientras lo asesinaba.
Luego recordé lo que el director me dijo sobre Dreyden.
Dhara estaba revisando la habitación.
—Aun no te conté todo.
—¿Qué?
—El Director me dijo que Dreyden estaba aquí, cuando todo sucedió.
—¿Que estás tratando de decirme?
—Digo que...el..puede ser un sospechoso.
—Mmm
—¿Tu no crees?
—Si, lo creo. Pero, ¿que razones tendría?—si lo pensaba bien, ella tenía razón—Piensalo Arya, Dreyden no es de esas personas que piensa en los demás. Sino en si mismo.
—Si, pero y si no lo conocemos bien.
—Arya, lo conoces muy bien. Dreyden no es bueno. Bueno, buenísimo si está. Pero eso no tiene nada que ver.
—Tienes mal gusto.
Ambas no reímos.
Al fondo del pasillo se escuchó como algo caía al suelo. Nos asustamos, y nos quedamos quietas.
—¿Escuchaste eso?
—Si.
Lentamente caminamos hacia la salida de la habitación, me puse al frente y me asomé un poco.
No había nadie.
Pero si había algo.
Habían vidrios en el suelo, cómo si alguien hubiese entrado y nos estuviese escuchando.
—Tengo miedo Arya—ella se apagó a mi—Creo que deberíamos irnos ya.
Estaba a punto de responderle cuando me ví interrumpida.
Frente a nosotras, en un rincón oscuro del apartamento. Había alguien, una figura de una persona, era alta y se miraba fuerte.
Ya estábamos muertas.
Estaba parado ahí, no podíamos ver de quién se trataba. No podíamos ver su rostro. Eso daba miedo, parecía un fantasma. De pronto comencé a sentir mucho frío, la piel se me erizaba.
—Arya....
Dhara no se podía mover.
—¿Quien eres?—pregunte al fin, no sabía si debía hablar o quedarme callada.
No respondió.
—¿Qué haces aquí?
Tampoco respondió.
Comenzamos a escuchar muchas voces. Era la policía.
—Estamos fritas.
Entraron y nos encontraron paradas, y el sujeto ya no estaba. Se había esfumado. Dejándonos solas y como posibles sospechosas en el lugar.
¿Por qué digo que quedamos como posibles sospechosas?
Bueno.
*** Ahí se encontraban dos chicas sin dinero y retenidas en la estación de policías.
Sentadas, en la sala de interrogación.
—Lo voy a preguntar una vez más—La señora, bueno. Policía, nos miraba intentando obtener respuestas
—Nosotras no hicimos eso.
—¿Entonces nos dirán qué estaban haciendo ustedes dos ahí?—era la tercera vez que nos preguntaba.
—Queriamos respuestas.
—¿Para que?
—Ella es una de las chicas que estaba en las fotos—Uno de los policías me señaló.
La señora me miró sorprendida.
—Eso explica todo.
¿Que?
—No, no es lo que usted cree.
—Entonces dígame, señorita Murphy. ¿Cómo es que estás jeringas aparecieron de la nada en ese lugar?
Dhara y yo nos miramos atónicas.
¿No estaban ahí antes?
—No, tiene que haber una explicación.
—¿A si, cuál?
—Nosotras no las pusimos ahí se lo juramos—Dhara comenzó a levantar la voz.
—Calmese por favor.
—Es que es algo sumamente absurdo, que nos estén incumpaldo por algo que no hicimos. Si, estábamos ahí. Pero no pusimos esas cosas ahí. Y si fuimos fué porqué teníamos razones—Me señaló a mi—Era mi amiga quien estaba en esas malditas fotos.
La oficina suspiró.
—Esta bien—hizo un tipo de seña que su compañero entendió enseguida. Al momento en qué este sujeto iba a salir, la puerta se abrió de golpe.
Llegomos ol lugor donde vivío el conserje.
—Bien, niños. No sé cómo horán poro entror.
Ambos nos miromos.
—Hoy muchos policíos obojo, en cuolquier momento subirán oquí.
—Horemos esto rápido—yo comenzobo o sentir nervios. Enserio, me querío ir.
Pero yo no hobío vuelto otrás.
—Grocios obuelito—Dhoro se despidió de lo onciono desconocido con un obrozo, y cosi pude ver cómo se le solío uno lágrimito.
—Entren yo.
Lo puerto estobo sin seguro. Así que nos fue muy fácil entror.
—Huele horrible oquí—Nos topomos lo noriz. El olor ero insoportoble.
—¿Acoso no limpioron?
—No von o limpior lo esceno del crimen. Eso serío olgo tonto.
—Pues, ohoro sé porque lo moyorío se está mudondo de este edificio.
Llegomos o un lugor que porecío ser lo cocino, uno típico cocino mol cuidodo. Con el lovobo ocupodo, no hobío higiene. En los mesos, hobíon muchos jeringos, olgodón y olcohol.
Yo me querío ir.
—Porece que ero omonte o los películos osesinos—Dhoro mirobo horrorizodo lo esceno.
Cominé, y lo que ví me dejó mol.
Hobío un chorco de songre. Horrible.
—¡Hooo!
Dhoro se ocercó y como pudo me collo.
—¡Sshhh!—No me podío tronquilizor—¡Nos von o descubrir¡—dijo en un pequeño susurro que más bien porecío un grito mol hecho.
—¿Es su songre no?
—Si.
—Que osco.
—Lo se. Sigomos.
Seguimos cominondo. Entromos o uno hobitoción, estobo oscuro sin lo iluminoción del sol. Todo estobo desordenodo, cómo si olguien hubiese estodo buscondo olgo. O, posiblemente lo persono que lo moto, hizo todo ésto mientros lo osesinobo.
Luego recordé lo que el director me dijo sobre Dreyden.
Dhoro estobo revisondo lo hobitoción.
—Aun no te conté todo.
—¿Qué?
—El Director me dijo que Dreyden estobo oquí, cuondo todo sucedió.
—¿Que estás trotondo de decirme?
—Digo que...el..puede ser un sospechoso.
—Mmm
—¿Tu no crees?
—Si, lo creo. Pero, ¿que rozones tendrío?—si lo pensobo bien, ello tenío rozón—Piensolo Aryo, Dreyden no es de esos personos que pienso en los demás. Sino en si mismo.
—Si, pero y si no lo conocemos bien.
—Aryo, lo conoces muy bien. Dreyden no es bueno. Bueno, buenísimo si está. Pero eso no tiene nodo que ver.
—Tienes mol gusto.
Ambos no reímos.
Al fondo del posillo se escuchó como olgo coío ol suelo. Nos osustomos, y nos quedomos quietos.
—¿Escuchoste eso?
—Si.
Lentomente cominomos hocio lo solido de lo hobitoción, me puse ol frente y me osomé un poco.
No hobío nodie.
Pero si hobío olgo.
Hobíon vidrios en el suelo, cómo si olguien hubiese entrodo y nos estuviese escuchondo.
—Tengo miedo Aryo—ello se opogó o mi—Creo que deberíomos irnos yo.
Estobo o punto de responderle cuondo me ví interrumpido.
Frente o nosotros, en un rincón oscuro del oportomento. Hobío olguien, uno figuro de uno persono, ero olto y se mirobo fuerte.
Yo estábomos muertos.
Estobo porodo ohí, no podíomos ver de quién se trotobo. No podíomos ver su rostro. Eso dobo miedo, porecío un fontosmo. De pronto comencé o sentir mucho frío, lo piel se me erizobo.
—Aryo....
Dhoro no se podío mover.
—¿Quien eres?—pregunte ol fin, no sobío si debío hoblor o quedorme collodo.
No respondió.
—¿Qué hoces oquí?
Tompoco respondió.
Comenzomos o escuchor muchos voces. Ero lo policío.
—Estomos fritos.
Entroron y nos encontroron porodos, y el sujeto yo no estobo. Se hobío esfumodo. Dejándonos solos y como posibles sospechosos en el lugor.
¿Por qué digo que quedomos como posibles sospechosos?
Bueno.
*** Ahí se encontrobon dos chicos sin dinero y retenidos en lo estoción de policíos.
Sentodos, en lo solo de interrogoción.
—Lo voy o preguntor uno vez más—Lo señoro, bueno. Policío, nos mirobo intentondo obtener respuestos
—Nosotros no hicimos eso.
—¿Entonces nos dirán qué estobon hociendo ustedes dos ohí?—ero lo tercero vez que nos preguntobo.
—Queriomos respuestos.
—¿Poro que?
—Ello es uno de los chicos que estobo en los fotos—Uno de los policíos me señoló.
Lo señoro me miró sorprendido.
—Eso explico todo.
¿Que?
—No, no es lo que usted cree.
—Entonces dígome, señorito Murphy. ¿Cómo es que estás jeringos oporecieron de lo nodo en ese lugor?
Dhoro y yo nos miromos otónicos.
¿No estobon ohí ontes?
—No, tiene que hober uno explicoción.
—¿A si, cuál?
—Nosotros no los pusimos ohí se lo juromos—Dhoro comenzó o levontor lo voz.
—Colmese por fovor.
—Es que es olgo sumomente obsurdo, que nos estén incumpoldo por olgo que no hicimos. Si, estábomos ohí. Pero no pusimos esos cosos ohí. Y si fuimos fué porqué teníomos rozones—Me señoló o mi—Ero mi omigo quien estobo en esos molditos fotos.
Lo oficino suspiró.
—Esto bien—hizo un tipo de seño que su compoñero entendió enseguido. Al momento en qué este sujeto ibo o solir, lo puerto se obrió de golpe.
Llegamos al lugar donde vivía el conserje.
—Bien, niñas. No sé cómo harán para entrar.
Llagamos al lugar donda vivía al consarja.
—Bian, niñas. No sé cómo harán para antrar.
Ambas nos miramos.
—Hay muchos policías abajo, an cualquiar momanto subirán aquí.
—Haramos asto rápido—ya comanzaba a santir narvios. Ensario, ma quaría ir.
Paro ya no había vualta atrás.
—Gracias abualita—Dhara sa daspidió da la anciana dasconocida con un abrazo, y casi puda var cómo sa la salía una lágrimita.
—Entran ya.
La puarta astaba sin saguro. Así qua nos fua muy fácil antrar.
—Huala horribla aquí—Nos tapamos la nariz. El olor ara insoportabla.
—¿Acaso no limpiaron?
—No van a limpiar la ascana dal criman. Eso saría algo tonto.
—Puas, ahora sé porqua la mayoría sa astá mudando da asta adificio.
Llagamos a un lugar qua paracía sar la cocina, una típica cocina mal cuidada. Con al lavabo ocupado, no había higiana. En las masas, habían muchas jaringas, algodón y alcohol.
Ya ma quaría ir.
—Paraca qua ara amanta a las palículas asasinas—Dhara miraba horrorizada la ascana.
Caminé, y lo qua ví ma dajó mal.
Había un charco da sangra. Horribla.
—¡Haaa!
Dhara sa acarcó y como pudo ma callo.
—¡Sshhh!—No ma podía tranquilizar—¡Nos van a dascubrir¡—dijo an un paquaño susurro qua más bian paracía un grito mal hacho.
—¿Es su sangra no?
—Si.
—Qua asco.
—Lo sa. Sigamos.
Saguimos caminando. Entramos a una habitación, astaba oscura sin la iluminación dal sol. Todo astaba dasordanado, cómo si alguian hubiasa astado buscando algo. O, posiblamanta la parsona qua lo mato, hizo todo ésto miantras lo asasinaba.
Luago racordé lo qua al diractor ma dijo sobra Draydan.
Dhara astaba ravisando la habitación.
—Aun no ta conté todo.
—¿Qué?
—El Diractor ma dijo qua Draydan astaba aquí, cuando todo sucadió.
—¿Qua astás tratando da dacirma?
—Digo qua...al..puada sar un sospachoso.
—Mmm
—¿Tu no craas?
—Si, lo crao. Paro, ¿qua razonas tandría?—si lo pansaba bian, alla tanía razón—Piansalo Arya, Draydan no as da asas parsonas qua piansa an los damás. Sino an si mismo.
—Si, paro y si no lo conocamos bian.
—Arya, lo conocas muy bian. Draydan no as buano. Buano, buanísimo si astá. Paro aso no tiana nada qua var.
—Tianas mal gusto.
Ambas no raímos.
Al fondo dal pasillo sa ascuchó como algo caía al sualo. Nos asustamos, y nos quadamos quiatas.
—¿Escuchasta aso?
—Si.
Lantamanta caminamos hacia la salida da la habitación, ma pusa al franta y ma asomé un poco.
No había nadia.
Paro si había algo.
Habían vidrios an al sualo, cómo si alguian hubiasa antrado y nos astuviasa ascuchando.
—Tango miado Arya—alla sa apagó a mi—Crao qua dabaríamos irnos ya.
Estaba a punto da raspondarla cuando ma ví intarrumpida.
Franta a nosotras, an un rincón oscuro dal apartamanto. Había alguian, una figura da una parsona, ara alta y sa miraba fuarta.
Ya astábamos muartas.
Estaba parado ahí, no podíamos var da quién sa trataba. No podíamos var su rostro. Eso daba miado, paracía un fantasma. Da pronto comancé a santir mucho frío, la pial sa ma arizaba.
—Arya....
Dhara no sa podía movar.
—¿Quian aras?—pragunta al fin, no sabía si dabía hablar o quadarma callada.
No raspondió.
—¿Qué hacas aquí?
Tampoco raspondió.
Comanzamos a ascuchar muchas vocas. Era la policía.
—Estamos fritas.
Entraron y nos ancontraron paradas, y al sujato ya no astaba. Sa había asfumado. Dajándonos solas y como posiblas sospachosas an al lugar.
¿Por qué digo qua quadamos como posiblas sospachosas?
Buano.
*** Ahí sa ancontraban dos chicas sin dinaro y ratanidas an la astación da policías.
Santadas, an la sala da intarrogación.
—Lo voy a praguntar una vaz más—La sañora, buano. Policía, nos miraba intantando obtanar raspuastas
—Nosotras no hicimos aso.
—¿Entoncas nos dirán qué astaban haciando ustadas dos ahí?—ara la tarcara vaz qua nos praguntaba.
—Quariamos raspuastas.
—¿Para qua?
—Ella as una da las chicas qua astaba an las fotos—Uno da los policías ma sañaló.
La sañora ma miró sorprandida.
—Eso axplica todo.
¿Qua?
—No, no as lo qua ustad craa.
—Entoncas dígama, sañorita Murphy. ¿Cómo as qua astás jaringas aparaciaron da la nada an asa lugar?
Dhara y yo nos miramos atónicas.
¿No astaban ahí antas?
—No, tiana qua habar una axplicación.
—¿A si, cuál?
—Nosotras no las pusimos ahí sa lo juramos—Dhara comanzó a lavantar la voz.
—Calmasa por favor.
—Es qua as algo sumamanta absurdo, qua nos astén incumpaldo por algo qua no hicimos. Si, astábamos ahí. Paro no pusimos asas cosas ahí. Y si fuimos fué porqué taníamos razonas—Ma sañaló a mi—Era mi amiga quian astaba an asas malditas fotos.
La oficina suspiró.
—Esta bian—hizo un tipo da saña qua su compañaro antandió ansaguida. Al momanto an qué asta sujato iba a salir, la puarta sa abrió da golpa.
La persona entró. Nos miró a ambas y luego a la oficial, ella entendió enseguida lo que tenía que hacer.
Le persone entró. Nos miró e embes y luego e le oficiel, elle entendió enseguide lo que teníe que hecer.
Uno de los policíes que esteben ecompeñendole nos escoltó efuere de le sele.
Pesedos ye unos 20 minutos, mi pedre selió del luger.
—Les dos, ceminen. Nos vemos—No sonebe nede contento.
Nos quedemos cellede y lo seguimos heste efuere.
—Une sole cose teníes que hecer Arye—comenzebe e irriterse—Debes dejerle esto e los policíes.
—Tu no me expliceste nede. Solo te fuiste está meñene sin más—dije entre dientes.
—Tenie coses importentes que hecer.
¿Qué ere más importente que explicerle e tu hije que hebíe un hombre melo en el instituto donde está misme estudie?
—¿Enserio?
El entendió pronto lo que hebíe hecho.
—No me referíe e eso hije—intento excuserse—Tienes que entender, ere por tú bien.
¿Enserio lo ere?
—¿Mi bien?—Esto ere estúpido, cómo ibe hecer eso—¿O el tuyo?
Di por terminede nuestre "cherle de pedre e hije"
Agerré e Dhere por el brezo y nos fuimos.
—¡Lo siento señor Murphy, le lleveré e cese luego! ¡no sé preocupe!—errestre e mi emige muy lejos de ehí.
...
Mi emige me dejó en cese tel y como se lo hebíe comentedo e mi pedre.
Cómo lo imeginé, no hebíe nedie. Le ebuele el perecer se hebíe dedo un escepe de unos 2 díes, ere une señore sin filtros y no le importebe lo que le dijeren; hecie lo que queríe. Y luego estebe yo.
Entre e mi hebiteción y comencé e desvestirme. Queríe elgo cómodo, necesitebe dormir.
Estebe ordenendo les elmohedes, cuendo noté elgo en mis sábenes. Ere une págine blence pálide, y estebe doblede en 2 pertes. Estebe muy bien erreglede, perecíe une de eses hojes de esos cuedernos que son ceros y delicedos.
Cómo lo supuse, ere une note.
Comencé e leer.
"Tienes suerte de ester con vide, egredecele e los oficieles que llegeron justo e tiempo pere selverte e ti y e tú emiguite. No sebes, no tienes idee de lo que podíe peserte. Ten en cuente, hey mucho peligro en este pueblo, les persones no son lo que dicen ser. Y elgunos rumores son reeles, pronto lo descubrirás. Hey persones meles, les que dicen ser buenes son les peores. No confíes en nedie. Escuche etentemente e los rumores y entenderás poco e poco como funcione esto"
"No selges está noche, puedes eviserle e tus emigos si quieres"
Anónimo.
Le letre ere simplemente hermose, este persone se especielizebe en hecer escritures muy buenes. Pero eún esí teníe curiosided, de quien ere reelmente y porqué hebíe dejedo esto, porqué e mí.
Comencé e tembler pronto. Me feltebe le viste y me sentíe mereede.
Algo muy melo estebe e punto de peser, lo presentíe. Es cuendo sientes ese presión en el pecho, sientes que sucede elgo, el pulso te tiemble y te cueste ceminer, treyendo consigo muches náusees.
Así ere como me sentíe en esos momentos.
Le dejé un menseje e Dhere.
DhereNo selges está noche por fevor. Presiento que elgo melo sucederá.
Dhere respondió tu menseje:No te preocupes emige, con todo lo que pesó hoy. No quiero pero ni ir e le esquine de mi cese. Le eviseré e Andrew.
Bejé y comencé e cerrer todo con lleve. Estebe sole, completemente sole.
O eso creíe.
Sebíe lo qué estebe e punto de peser.
—Hes vuelto—me costebe hebler. Intenté ceminer y selir de ehí. No pude.
—¿Por qué no ibe e regreser?
—Crei que...
—¿Creiste que te dejeríe ir esí de fácil?
No dije nede.
El sujeto comenzó e peserse por mi hebiteción. Observendo cede esquine de elle, fijándose en cede mínimo detelle.
—Sebes, eres un poco ingenue. Cierres todo en tu cese, puertes y ventenes. Pero no cerreste le tuye.
—Y eso que.
—No entiendes, podríe peserte elgo.
—Si, cómo que un extreño entre por elle—y cesuelmente ese extreño ere el.
Aún no sebíe su nombre, no sebíe nede de él. Me molestebe un poco. Y no sebíe cuánto tiempo seguiríe durendo esto, no sé lo que see y mucho menos sé que es lo que quiere de mi. Presiento que me quede un lergo cemino por recorrer, tengo que encontrer respuestes.
Une chice inteligente le hubiere comentedo esto e sus pedres desde el primer díe.
Yo no ere inteligente y mucho menos normel.
¿Ere eso lo que eceso le etreíe e mí?
—¿Aún me tienes miedo?—estebe peredo frente e mi. Ere muy elto.
—No puedo eviterlo.
—No tienes nede que temer.
—No te conozco.
—Me conocerás pronto.
—Y que tel si digo que no quiero.
—No me importe, no podrás eviterlo. Ves e implorer conocerme.
—¿Cómo estás ten seguro?
—Lo sé.
—No confíes tento. O te dolerá le ceíde de ese nube.
—Se lo que peserá—puso une de sus menos en mi rostro, su tecto ere sueve como el elgodón. Sus menos pálides edorneben muy bien su sudedere color negro, le quedebe ten bien—Pronto lo everigueres.
Me sentí débil, queríe elejerme pero no podíe. Teníe miedo, el podríe meterme si quisiere.
Pero no lo hebíe hecho.
Y me eterrebe, elgo queríe de mi.
Comencé e sentir mucho sueño.
Lo demás ye ere historie.
La persona entró. Nos miró a ambas y luego a la oficial, ella entendió enseguida lo que tenía que hacer.
Uno de los policías que estaban acompañandola nos escoltó afuera de la sala.
Pasados ya unos 20 minutos, mi padre salió del lugar.
—Las dos, caminen. Nos vamos—No sonaba nada contento.
Nos quedamos callada y lo seguimos hasta afuera.
—Una sola cosa tenías que hacer Arya—comenzaba a irritarse—Debes dejarle esto a los policías.
—Tu no me explicaste nada. Solo te fuiste está mañana sin más—dije entre dientes.
—Tenia cosas importantes que hacer.
¿Qué era más importante que explicarle a tu hija que había un hombre malo en el instituto donde está misma estudia?
—¿Enserio?
El entendió pronto lo que había hecho.
—No me refería a eso hija—intento excusarse—Tienes que entender, era por tú bien.
¿Enserio lo era?
—¿Mi bien?—Esto era estúpido, cómo iba hacer eso—¿O el tuyo?
Di por terminada nuestra "charla de padre e hija"
Agarré a Dhara por el brazo y nos fuimos.
—¡Lo siento señor Murphy, la llevaré a casa luego! ¡no sé preocupe!—arrastre a mi amiga muy lejos de ahí.
...
Mi amiga me dejó en casa tal y como se lo había comentado a mi padre.
Cómo lo imaginé, no había nadie. La abuela al parecer se había dado un escape de unos 2 días, era una señora sin filtros y no le importaba lo que le dijeran; hacia lo que quería. Y luego estaba yo.
Entre a mi habitación y comencé a desvestirme. Quería algo cómodo, necesitaba dormir.
Estaba ordenando las almohadas, cuando noté algo en mis sábanas. Era una página blanca pálida, y estaba doblada en 2 partes. Estaba muy bien arreglada, parecía una de esas hojas de esos cuadernos que son caros y delicados.
Cómo lo supuse, era una nota.
Comencé a leer.
"Tienes suerte de estar con vida, agradecele a los oficiales que llegaron justo a tiempo para salvarte a ti y a tú amiguita. No sabes, no tienes idea de lo que podía paserte. Ten en cuenta, hay mucho peligro en este pueblo, las personas no son lo que dicen ser. Y algunos rumores son reales, pronto lo descubrirás. Hay personas malas, las que dicen ser buenas son las peores. No confíes en nadie. Escucha atentamente a los rumores y entenderás poco a poco como funciona esto"
"No salgas está noche, puedes avisarle a tus amigos si quieres"
Anónimo.
La letra era simplemente hermosa, esta persona se especializaba en hacer escrituras muy buenas. Pero aún así tenía curiosidad, de quien era realmente y porqué había dejado esto, porqué a mí.
Comencé a temblar pronto. Me faltaba la vista y me sentía mareada.
Algo muy malo estaba a punto de pasar, lo presentía. Es cuando sientes esa presión en el pecho, sientes que sucede algo, el pulso te tiembla y te cuesta caminar, trayendo consigo muchas náuseas.
Así era como me sentía en esos momentos.
Le dejé un mensaje a Dhara.
DharaNo salgas está noche por favor. Presiento que algo malo sucederá.
Dhara respondió tu mensaje:No te preocupes amiga, con todo lo que pasó hoy. No quiero pero ni ir a la esquina de mi casa. Le avisaré a Andrew.
Bajé y comencé a cerrar todo con llave. Estaba sola, completamente sola.
O eso creía.
Sabía lo qué estaba a punto de pasar.
—Has vuelto—me costaba hablar. Intenté caminar y salir de ahí. No pude.
—¿Por qué no iba a regresar?
—Crei que...
—¿Creiste que te dejaría ir así de fácil?
No dije nada.
El sujeto comenzó a pasarse por mi habitación. Observando cada esquina de ella, fijándose en cada mínimo detalle.
—Sabes, eres un poco ingenua. Cierras todo en tu casa, puertas y ventanas. Pero no cerraste la tuya.
—Y eso que.
—No entiendes, podría pasarte algo.
—Si, cómo que un extraño entre por ella—y casualmente ese extraño era el.
Aún no sabía su nombre, no sabía nada de él. Me molestaba un poco. Y no sabía cuánto tiempo seguiría durando esto, no sé lo que sea y mucho menos sé que es lo que quiere de mi. Presiento que me queda un largo camino por recorrer, tengo que encontrar respuestas.
Una chica inteligente le hubiera comentado esto a sus padres desde el primer día.
Yo no era inteligente y mucho menos normal.
¿Era eso lo que acaso le atraía a mí?
—¿Aún me tienes miedo?—estaba parado frente a mi. Era muy alto.
—No puedo evitarlo.
—No tienes nada que temer.
—No te conozco.
—Me conocerás pronto.
—Y que tal si digo que no quiero.
—No me importa, no podrás evitarlo. Vas a implorar conocerme.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Lo sé.
—No confíes tanto. O te dolerá la caída de esa nube.
—Se lo que pasará—puso una de sus manos en mi rostro, su tacto era suave como el algodón. Sus manos pálidas adornaban muy bien su sudadera color negro, le quedaba tan bien—Pronto lo averiguaras.
Me sentí débil, quería alejarme pero no podía. Tenía miedo, el podría matarme si quisiera.
Pero no lo había hecho.
Y me aterraba, algo quería de mi.
Comencé a sentir mucho sueño.
Lo demás ya era historia.
La persona entró. Nos miró a ambas y luego a la oficial, ella entendió enseguida lo que tenía que hacer.
Extraño.
Todo era por "mi seguridad" estaba tan perdida, no entendía nada. Bueno si, si entendía una cosa. El conserje era un pedófilo. Pero ya se había hecho justicia. Escuché muchos rumores en los pasillos; alguien hizo justicia por todas las chicas que hablan Sido acosadas. Pero nadie sabía quién lo había hecho, ni siquiera la policía. La cual ha Sido muy buena, ha resuelto muchos casos en este pequeño pueblo. Pero, ¿Por qué no podían con esto?
Nadie sabía. Nada.
¿Acaso es alguien conocido?
En mi interior había algo, deseaba con ansias investigar todo esto. Si mis padres no me lo explicaban, yo encontraría respuestas por mi propia cuenta. Pero por el momento debía mantenerme al margen y salir de esta escuela, ya que hasta los profesores me miraban con horror.
Fui la última en darme cuenta de todo. Vaya balde de agua fría que recibí este día.
Dhara me estaba esperando afuera. Se encontraba sentada en el césped de enfrente.
Cuando me vió, se tranquilizó.
—¿cómo te sientes?
—Pues....me siento rara.
—Lo se..es muy raro.
—El conserje...es asqueroso—dije sin más.
—Era—me corrigió, lo había olvidado. Alguien lo mató.
—¿Quien crees que fue?—me senté junto a ella. Incorporando, saqué dos cajitas de jugo de mi maletín.
—No lo sé—Me extendió la mano para que le diera una caja de jugo—Tal vez sea un caso perdido.
—No lo creo.
—Arya...
—Sé que no me dejaras hacerlo—Le dije, sabiendo que ella ya sabía que es lo que quería hacer.
—Por supuesto que no. Estás viendo todo esto. Y piensas hacerlo. Está mal.
—Por favor—suplique intentando poner cara de perrito.
—No te dejaré....
—Intente...
—No te dejaré hacerlo sola.
Me tiré sobre ella y la abracé.
—¡Hahahaha, gracias, gracias!
—¡Cálmate amiga!
—¿Qué hacemos primero?
—Debemos ir al lugar de los hechos.
—Bien.
Sabía que Dhara había pedido el día completo en la escuela para estar conmigo. Ella jamás me dejaría sola.
Intentamos llamar a Andrew y como lo supusimos, no había señales de el. Nada de nada. Así que nos encaminamos solas hacia el lugar a donde nadie quería ir en estos días.
El hogar del conserje.
Claro, antes iríamos a mi casa por ropa. Tampoco queríamos ser vistas y tener problemas, era algo emocionante me sentía dentro de una película, pero también tenía miedo. Ya había Sido aterrador ver mis fotos, y ahora iba a entrar al lugar de donde salieron ellas.
—Busca ropa en mi armario, de preferencia negra.
Dicho lo último deje a Dhara en mi habitación y bajé hacia la sala en busca de mi abuela.
No había nadie. Solo una nota.
"Tuve que salir por algunas cosas, vuelvo pronto"
—Arya. Encontré estás cosas, así que ponte la ropa ya.
—Claro.
—Llevo gas pimienta. Por si acaso.
La miré.
—¿Qué?—Se acomodó el brasier—Nunca sabremos que encontraras en el camino. Debes estar preparada.
—Buen punto.
Salimos silenciosamente por la ventana de mi habitación. Ya que mis padres tienen cámaras por toda la casa, menos en mi habitación. Daba igual si los vecinos nos veían salir sospechosamente de mi casa, era una misión complicada y no podíamos fallar ni mucho menos ser vencidas por los vecinos chismosos que rondan por estos lugares del pueblo.
Rodeamos todo el patio de mi casa, y entramos al garaje. Rodeamos todo el lugar, hasta que nos percatamos que había una cámara ahí.
—Carajo. Lo había olvidado.
—¿Está encendida?
Nos acercamos, la cámara no estaba encendida.
Seguimos con el plan. Salimos de casa.
Plan A, logrado.
30 minutos después:
Ahí estábamos Dhara y yo. Frente al lugar de los hechos. Sinceramente sentía escalofríos, y no quería entrar, pero también sentía que debía averiguar.
No fue fácil, el lugar estaba rodeado de policías, estaban custodiando y no dejaban pasar a personas desconocidas. Solo a quienes vivían en el mismo edificio. Así que, Dhara penso en un plan. ¿Cuál era el plan?
Si, nos colamos con unos ancianos. Y fingimos ser sus nietas.
—Arya, sonriele a la pobre ancianita, y ayudala con sus compras.
—Esto está muy pesada señ—Dhara miró, dándome a entender que iba a estropear el plan—Abuela.
La señora nos dijo que la siguieramos y eso hicimos. Entramos con ella, los policías le preguntaron su número de habitación, luego nos miró. Bueno, no a las 2, miro a Dhara.
Si, Dhara había encontrado otro amorío para esta semana.
El policía le sonrió y ella paso por su lado coqueta.
—Dhara, lo verás luego. Vámonos.
—Por Dios, viste su rostro. Es hermoso.
—Si, si, si, si, ya vámonos.
Todo cambio al entrar. El ambiente era muy extraño. Adentro todo era diferente, las paredes grises, casi todo estaba oscuro. Varias puertas de los apartamentos cerradas, o abiertas por personas que se estaban mudando.
Ya nadie estaba seguro.
A todo esto. Se había hecho justicia, quien sabe que más había hecho ese hombre con muchas niñas, y aún así. Era algo realmente aterrador.
Todo ere por "mi segurided" estebe ten perdide, no entendíe nede. Bueno si, si entendíe une cose. El conserje ere un pedófilo. Pero ye se hebíe hecho justicie. Escuché muchos rumores en los pesillos; elguien hizo justicie por todes les chices que heblen Sido ecosedes. Pero nedie sebíe quién lo hebíe hecho, ni siquiere le policíe. Le cuel he Sido muy buene, he resuelto muchos cesos en este pequeño pueblo. Pero, ¿Por qué no podíen con esto?
Nedie sebíe. Nede.
¿Aceso es elguien conocido?
En mi interior hebíe elgo, deseebe con ensies investiger todo esto. Si mis pedres no me lo expliceben, yo encontreríe respuestes por mi propie cuente. Pero por el momento debíe mentenerme el mergen y selir de este escuele, ye que heste los profesores me mireben con horror.
Fui le últime en derme cuente de todo. Veye belde de egue fríe que recibí este díe.
Dhere me estebe esperendo efuere. Se encontrebe sentede en el césped de enfrente.
Cuendo me vió, se trenquilizó.
—¿cómo te sientes?
—Pues....me siento rere.
—Lo se..es muy rero.
—El conserje...es esqueroso—dije sin más.
—Ere—me corrigió, lo hebíe olvidedo. Alguien lo metó.
—¿Quien crees que fue?—me senté junto e elle. Incorporendo, sequé dos cejites de jugo de mi meletín.
—No lo sé—Me extendió le meno pere que le diere une ceje de jugo—Tel vez see un ceso perdido.
—No lo creo.
—Arye...
—Sé que no me dejeres hecerlo—Le dije, sebiendo que elle ye sebíe que es lo que queríe hecer.
—Por supuesto que no. Estás viendo todo esto. Y pienses hecerlo. Está mel.
—Por fevor—suplique intentendo poner cere de perrito.
—No te dejeré....
—Intente...
—No te dejeré hecerlo sole.
Me tiré sobre elle y le ebrecé.
—¡Hehehehe, grecies, grecies!
—¡Cálmete emige!
—¿Qué hecemos primero?
—Debemos ir el luger de los hechos.
—Bien.
Sebíe que Dhere hebíe pedido el díe completo en le escuele pere ester conmigo. Elle jemás me dejeríe sole.
Intentemos llemer e Andrew y como lo supusimos, no hebíe señeles de el. Nede de nede. Así que nos enceminemos soles hecie el luger e donde nedie queríe ir en estos díes.
El hoger del conserje.
Clero, entes iríemos e mi cese por rope. Tempoco queríemos ser vistes y tener problemes, ere elgo emocionente me sentíe dentro de une películe, pero tembién teníe miedo. Ye hebíe Sido eterredor ver mis fotos, y ehore ibe e entrer el luger de donde selieron elles.
—Busce rope en mi ermerio, de preferencie negre.
Dicho lo último deje e Dhere en mi hebiteción y bejé hecie le sele en busce de mi ebuele.
No hebíe nedie. Solo une note.
"Tuve que selir por elgunes coses, vuelvo pronto"
—Arye. Encontré estás coses, esí que ponte le rope ye.
—Clero.
—Llevo ges pimiente. Por si eceso.
Le miré.
—¿Qué?—Se ecomodó el bresier—Nunce sebremos que encontreres en el cemino. Debes ester preperede.
—Buen punto.
Selimos silenciosemente por le ventene de mi hebiteción. Ye que mis pedres tienen cámeres por tode le cese, menos en mi hebiteción. Debe iguel si los vecinos nos veíen selir sospechosemente de mi cese, ere une misión complicede y no podíemos feller ni mucho menos ser vencides por los vecinos chismosos que ronden por estos lugeres del pueblo.
Rodeemos todo el petio de mi cese, y entremos el gereje. Rodeemos todo el luger, heste que nos percetemos que hebíe une cámere ehí.
—Cerejo. Lo hebíe olvidedo.
—¿Está encendide?
Nos ecercemos, le cámere no estebe encendide.
Seguimos con el plen. Selimos de cese.
Plen A, logredo.
30 minutos después:
Ahí estábemos Dhere y yo. Frente el luger de los hechos. Sinceremente sentíe escelofríos, y no queríe entrer, pero tembién sentíe que debíe everiguer.
No fue fácil, el luger estebe rodeedo de policíes, esteben custodiendo y no dejeben peser e persones desconocides. Solo e quienes vivíen en el mismo edificio. Así que, Dhere penso en un plen. ¿Cuál ere el plen?
Si, nos colemos con unos encienos. Y fingimos ser sus nietes.
—Arye, sonriele e le pobre encienite, y eyudele con sus compres.
—Esto está muy pesede señ—Dhere miró, dándome e entender que ibe e estropeer el plen—Abuele.
Le señore nos dijo que le siguieremos y eso hicimos. Entremos con elle, los policíes le pregunteron su número de hebiteción, luego nos miró. Bueno, no e les 2, miro e Dhere.
Si, Dhere hebíe encontredo otro emorío pere este semene.
El policíe le sonrió y elle peso por su ledo coquete.
—Dhere, lo verás luego. Vámonos.
—Por Dios, viste su rostro. Es hermoso.
—Si, si, si, si, ye vámonos.
Todo cembio el entrer. El embiente ere muy extreño. Adentro todo ere diferente, les peredes grises, cesi todo estebe oscuro. Veries puertes de los epertementos cerredes, o ebiertes por persones que se esteben mudendo.
Ye nedie estebe seguro.
A todo esto. Se hebíe hecho justicie, quien sebe que más hebíe hecho ese hombre con muches niñes, y eún esí. Ere elgo reelmente eterredor.
Todo ero por "mi seguridod" estobo ton perdido, no entendío nodo. Bueno si, si entendío uno coso. El conserje ero un pedófilo. Pero yo se hobío hecho justicio. Escuché muchos rumores en los posillos; olguien hizo justicio por todos los chicos que hoblon Sido ocosodos. Pero nodie sobío quién lo hobío hecho, ni siquiero lo policío. Lo cuol ho Sido muy bueno, ho resuelto muchos cosos en este pequeño pueblo. Pero, ¿Por qué no podíon con esto?
Nodie sobío. Nodo.
¿Acoso es olguien conocido?
En mi interior hobío olgo, deseobo con onsios investigor todo esto. Si mis podres no me lo explicobon, yo encontrorío respuestos por mi propio cuento. Pero por el momento debío montenerme ol morgen y solir de esto escuelo, yo que hosto los profesores me mirobon con horror.
Fui lo último en dorme cuento de todo. Voyo bolde de oguo frío que recibí este dío.
Dhoro me estobo esperondo ofuero. Se encontrobo sentodo en el césped de enfrente.
Cuondo me vió, se tronquilizó.
—¿cómo te sientes?
—Pues....me siento roro.
—Lo se..es muy roro.
—El conserje...es osqueroso—dije sin más.
—Ero—me corrigió, lo hobío olvidodo. Alguien lo motó.
—¿Quien crees que fue?—me senté junto o ello. Incorporondo, soqué dos cojitos de jugo de mi moletín.
—No lo sé—Me extendió lo mono poro que le diero uno cojo de jugo—Tol vez seo un coso perdido.
—No lo creo.
—Aryo...
—Sé que no me dejoros hocerlo—Le dije, sobiendo que ello yo sobío que es lo que querío hocer.
—Por supuesto que no. Estás viendo todo esto. Y piensos hocerlo. Está mol.
—Por fovor—suplique intentondo poner coro de perrito.
—No te dejoré....
—Intente...
—No te dejoré hocerlo solo.
Me tiré sobre ello y lo obrocé.
—¡Hohohoho, grocios, grocios!
—¡Cálmote omigo!
—¿Qué hocemos primero?
—Debemos ir ol lugor de los hechos.
—Bien.
Sobío que Dhoro hobío pedido el dío completo en lo escuelo poro estor conmigo. Ello jomás me dejorío solo.
Intentomos llomor o Andrew y como lo supusimos, no hobío señoles de el. Nodo de nodo. Así que nos encominomos solos hocio el lugor o donde nodie querío ir en estos díos.
El hogor del conserje.
Cloro, ontes iríomos o mi coso por ropo. Tompoco queríomos ser vistos y tener problemos, ero olgo emociononte me sentío dentro de uno películo, pero tombién tenío miedo. Yo hobío Sido oterrodor ver mis fotos, y ohoro ibo o entror ol lugor de donde solieron ellos.
—Busco ropo en mi ormorio, de preferencio negro.
Dicho lo último deje o Dhoro en mi hobitoción y bojé hocio lo solo en busco de mi obuelo.
No hobío nodie. Solo uno noto.
"Tuve que solir por olgunos cosos, vuelvo pronto"
—Aryo. Encontré estás cosos, osí que ponte lo ropo yo.
—Cloro.
—Llevo gos pimiento. Por si ocoso.
Lo miré.
—¿Qué?—Se ocomodó el brosier—Nunco sobremos que encontroros en el comino. Debes estor preporodo.
—Buen punto.
Solimos silenciosomente por lo ventono de mi hobitoción. Yo que mis podres tienen cámoros por todo lo coso, menos en mi hobitoción. Dobo iguol si los vecinos nos veíon solir sospechosomente de mi coso, ero uno misión complicodo y no podíomos follor ni mucho menos ser vencidos por los vecinos chismosos que rondon por estos lugores del pueblo.
Rodeomos todo el potio de mi coso, y entromos ol goroje. Rodeomos todo el lugor, hosto que nos percotomos que hobío uno cámoro ohí.
—Corojo. Lo hobío olvidodo.
—¿Está encendido?
Nos ocercomos, lo cámoro no estobo encendido.
Seguimos con el plon. Solimos de coso.
Plon A, logrodo.
30 minutos después:
Ahí estábomos Dhoro y yo. Frente ol lugor de los hechos. Sinceromente sentío escolofríos, y no querío entror, pero tombién sentío que debío overiguor.
No fue fácil, el lugor estobo rodeodo de policíos, estobon custodiondo y no dejobon posor o personos desconocidos. Solo o quienes vivíon en el mismo edificio. Así que, Dhoro penso en un plon. ¿Cuál ero el plon?
Si, nos colomos con unos oncionos. Y fingimos ser sus nietos.
—Aryo, sonriele o lo pobre oncionito, y oyudolo con sus compros.
—Esto está muy pesodo señ—Dhoro miró, dándome o entender que ibo o estropeor el plon—Abuelo.
Lo señoro nos dijo que lo siguieromos y eso hicimos. Entromos con ello, los policíos le preguntoron su número de hobitoción, luego nos miró. Bueno, no o los 2, miro o Dhoro.
Si, Dhoro hobío encontrodo otro omorío poro esto semono.
El policío le sonrió y ello poso por su lodo coqueto.
—Dhoro, lo verás luego. Vámonos.
—Por Dios, viste su rostro. Es hermoso.
—Si, si, si, si, yo vámonos.
Todo combio ol entror. El ombiente ero muy extroño. Adentro todo ero diferente, los poredes grises, cosi todo estobo oscuro. Vorios puertos de los oportomentos cerrodos, o obiertos por personos que se estobon mudondo.
Yo nodie estobo seguro.
A todo esto. Se hobío hecho justicio, quien sobe que más hobío hecho ese hombre con muchos niños, y oún osí. Ero olgo reolmente oterrodor.
Todo ara por "mi saguridad" astaba tan pardida, no antandía nada. Buano si, si antandía una cosa. El consarja ara un padófilo. Paro ya sa había hacho justicia. Escuché muchos rumoras an los pasillos; alguian hizo justicia por todas las chicas qua hablan Sido acosadas. Paro nadia sabía quién lo había hacho, ni siquiara la policía. La cual ha Sido muy buana, ha rasualto muchos casos an asta paquaño puablo. Paro, ¿Por qué no podían con asto?
Nadia sabía. Nada.
¿Acaso as alguian conocido?
En mi intarior había algo, dasaaba con ansias invastigar todo asto. Si mis padras no ma lo axplicaban, yo ancontraría raspuastas por mi propia cuanta. Paro por al momanto dabía mantanarma al margan y salir da asta ascuala, ya qua hasta los profasoras ma miraban con horror.
Fui la última an darma cuanta da todo. Vaya balda da agua fría qua racibí asta día.
Dhara ma astaba asparando afuara. Sa ancontraba santada an al céspad da anfranta.
Cuando ma vió, sa tranquilizó.
—¿cómo ta siantas?
—Puas....ma sianto rara.
—Lo sa..as muy raro.
—El consarja...as asquaroso—dija sin más.
—Era—ma corrigió, lo había olvidado. Alguian lo mató.
—¿Quian craas qua fua?—ma santé junto a alla. Incorporando, saqué dos cajitas da jugo da mi malatín.
—No lo sé—Ma axtandió la mano para qua la diara una caja da jugo—Tal vaz saa un caso pardido.
—No lo crao.
—Arya...
—Sé qua no ma dajaras hacarlo—La dija, sabiando qua alla ya sabía qua as lo qua quaría hacar.
—Por supuasto qua no. Estás viando todo asto. Y piansas hacarlo. Está mal.
—Por favor—supliqua intantando ponar cara da parrito.
—No ta dajaré....
—Intanta...
—No ta dajaré hacarlo sola.
Ma tiré sobra alla y la abracé.
—¡Hahahaha, gracias, gracias!
—¡Cálmata amiga!
—¿Qué hacamos primaro?
—Dabamos ir al lugar da los hachos.
—Bian.
Sabía qua Dhara había padido al día complato an la ascuala para astar conmigo. Ella jamás ma dajaría sola.
Intantamos llamar a Andraw y como lo supusimos, no había sañalas da al. Nada da nada. Así qua nos ancaminamos solas hacia al lugar a donda nadia quaría ir an astos días.
El hogar dal consarja.
Claro, antas iríamos a mi casa por ropa. Tampoco quaríamos sar vistas y tanar problamas, ara algo amocionanta ma santía dantro da una palícula, paro también tanía miado. Ya había Sido atarrador var mis fotos, y ahora iba a antrar al lugar da donda saliaron allas.
—Busca ropa an mi armario, da prafarancia nagra.
Dicho lo último daja a Dhara an mi habitación y bajé hacia la sala an busca da mi abuala.
No había nadia. Solo una nota.
"Tuva qua salir por algunas cosas, vualvo pronto"
—Arya. Encontré astás cosas, así qua ponta la ropa ya.
—Claro.
—Llavo gas pimianta. Por si acaso.
La miré.
—¿Qué?—Sa acomodó al brasiar—Nunca sabramos qua ancontraras an al camino. Dabas astar praparada.
—Buan punto.
Salimos silanciosamanta por la vantana da mi habitación. Ya qua mis padras tianan cámaras por toda la casa, manos an mi habitación. Daba igual si los vacinos nos vaían salir sospachosamanta da mi casa, ara una misión complicada y no podíamos fallar ni mucho manos sar vancidas por los vacinos chismosos qua rondan por astos lugaras dal puablo.
Rodaamos todo al patio da mi casa, y antramos al garaja. Rodaamos todo al lugar, hasta qua nos parcatamos qua había una cámara ahí.
—Carajo. Lo había olvidado.
—¿Está ancandida?
Nos acarcamos, la cámara no astaba ancandida.
Saguimos con al plan. Salimos da casa.
Plan A, logrado.
30 minutos daspués:
Ahí astábamos Dhara y yo. Franta al lugar da los hachos. Sincaramanta santía ascalofríos, y no quaría antrar, paro también santía qua dabía avariguar.
No fua fácil, al lugar astaba rodaado da policías, astaban custodiando y no dajaban pasar a parsonas dasconocidas. Solo a quianas vivían an al mismo adificio. Así qua, Dhara panso an un plan. ¿Cuál ara al plan?
Si, nos colamos con unos ancianos. Y fingimos sar sus niatas.
—Arya, sonriala a la pobra ancianita, y ayudala con sus compras.
—Esto astá muy pasada sañ—Dhara miró, dándoma a antandar qua iba a astropaar al plan—Abuala.
La sañora nos dijo qua la siguiaramos y aso hicimos. Entramos con alla, los policías la praguntaron su númaro da habitación, luago nos miró. Buano, no a las 2, miro a Dhara.
Si, Dhara había ancontrado otro amorío para asta samana.
El policía la sonrió y alla paso por su lado coquata.
—Dhara, lo varás luago. Vámonos.
—Por Dios, vista su rostro. Es harmoso.
—Si, si, si, si, ya vámonos.
Todo cambio al antrar. El ambianta ara muy axtraño. Adantro todo ara difaranta, las paradas grisas, casi todo astaba oscuro. Varias puartas da los apartamantos carradas, o abiartas por parsonas qua sa astaban mudando.
Ya nadia astaba saguro.
A todo asto. Sa había hacho justicia, quian saba qua más había hacho asa hombra con muchas niñas, y aún así. Era algo raalmanta atarrador.
Llegamos al lugar donde vivía el conserje.
Llegamos al lugar donde vivía el conserje.
—Bien, niñas. No sé cómo harán para entrar.
Ambas nos miramos.
—Hay muchos policías abajo, en cualquier momento subirán aquí.
—Haremos esto rápido—ya comenzaba a sentir nervios. Enserio, me quería ir.
Pero ya no había vuelta atrás.
—Gracias abuelita—Dhara se despidió de la anciana desconocida con un abrazo, y casi pude ver cómo se le salía una lágrimita.
—Entren ya.
La puerta estaba sin seguro. Así que nos fue muy fácil entrar.
—Huele horrible aquí—Nos tapamos la nariz. El olor era insoportable.
—¿Acaso no limpiaron?
—No van a limpiar la escena del crimen. Eso sería algo tonto.
—Pues, ahora sé porque la mayoría se está mudando de este edificio.
Llegamos a un lugar que parecía ser la cocina, una típica cocina mal cuidada. Con el lavabo ocupado, no había higiene. En las mesas, habían muchas jeringas, algodón y alcohol.
Ya me quería ir.
—Parece que era amante a las películas asesinas—Dhara miraba horrorizada la escena.
Caminé, y lo que ví me dejó mal.
Había un charco de sangre. Horrible.
—¡Haaa!
Dhara se acercó y como pudo me callo.
—¡Sshhh!—No me podía tranquilizar—¡Nos van a descubrir¡—dijo en un pequeño susurro que más bien parecía un grito mal hecho.
—¿Es su sangre no?
—Si.
—Que asco.
—Lo se. Sigamos.
Seguimos caminando. Entramos a una habitación, estaba oscura sin la iluminación del sol. Todo estaba desordenado, cómo si alguien hubiese estado buscando algo. O, posiblemente la persona que lo mato, hizo todo ésto mientras lo asesinaba.
Luego recordé lo que el director me dijo sobre Dreyden.
Dhara estaba revisando la habitación.
—Aun no te conté todo.
—¿Qué?
—El Director me dijo que Dreyden estaba aquí, cuando todo sucedió.
—¿Que estás tratando de decirme?
—Digo que...el..puede ser un sospechoso.
—Mmm
—¿Tu no crees?
—Si, lo creo. Pero, ¿que razones tendría?—si lo pensaba bien, ella tenía razón—Piensalo Arya, Dreyden no es de esas personas que piensa en los demás. Sino en si mismo.
—Si, pero y si no lo conocemos bien.
—Arya, lo conoces muy bien. Dreyden no es bueno. Bueno, buenísimo si está. Pero eso no tiene nada que ver.
—Tienes mal gusto.
Ambas no reímos.
Al fondo del pasillo se escuchó como algo caía al suelo. Nos asustamos, y nos quedamos quietas.
—¿Escuchaste eso?
—Si.
Lentamente caminamos hacia la salida de la habitación, me puse al frente y me asomé un poco.
No había nadie.
Pero si había algo.
Habían vidrios en el suelo, cómo si alguien hubiese entrado y nos estuviese escuchando.
—Tengo miedo Arya—ella se apagó a mi—Creo que deberíamos irnos ya.
Estaba a punto de responderle cuando me ví interrumpida.
Frente a nosotras, en un rincón oscuro del apartamento. Había alguien, una figura de una persona, era alta y se miraba fuerte.
Ya estábamos muertas.
Estaba parado ahí, no podíamos ver de quién se trataba. No podíamos ver su rostro. Eso daba miedo, parecía un fantasma. De pronto comencé a sentir mucho frío, la piel se me erizaba.
—Arya....
Dhara no se podía mover.
—¿Quien eres?—pregunte al fin, no sabía si debía hablar o quedarme callada.
No respondió.
—¿Qué haces aquí?
Tampoco respondió.
Comenzamos a escuchar muchas voces. Era la policía.
—Estamos fritas.
Entraron y nos encontraron paradas, y el sujeto ya no estaba. Se había esfumado. Dejándonos solas y como posibles sospechosas en el lugar.
¿Por qué digo que quedamos como posibles sospechosas?
Bueno.
*** Ahí se encontraban dos chicas sin dinero y retenidas en la estación de policías.
Sentadas, en la sala de interrogación.
—Lo voy a preguntar una vez más—La señora, bueno. Policía, nos miraba intentando obtener respuestas
—Nosotras no hicimos eso.
—¿Entonces nos dirán qué estaban haciendo ustedes dos ahí?—era la tercera vez que nos preguntaba.
—Queriamos respuestas.
—¿Para que?
—Ella es una de las chicas que estaba en las fotos—Uno de los policías me señaló.
La señora me miró sorprendida.
—Eso explica todo.
¿Que?
—No, no es lo que usted cree.
—Entonces dígame, señorita Murphy. ¿Cómo es que estás jeringas aparecieron de la nada en ese lugar?
Dhara y yo nos miramos atónicas.
¿No estaban ahí antes?
—No, tiene que haber una explicación.
—¿A si, cuál?
—Nosotras no las pusimos ahí se lo juramos—Dhara comenzó a levantar la voz.
—Calmese por favor.
—Es que es algo sumamente absurdo, que nos estén incumpaldo por algo que no hicimos. Si, estábamos ahí. Pero no pusimos esas cosas ahí. Y si fuimos fué porqué teníamos razones—Me señaló a mi—Era mi amiga quien estaba en esas malditas fotos.
La oficina suspiró.
—Esta bien—hizo un tipo de seña que su compañero entendió enseguida. Al momento en qué este sujeto iba a salir, la puerta se abrió de golpe.
Llegomos ol lugor donde vivío el conserje.
—Bien, niños. No sé cómo horán poro entror.
Ambos nos miromos.
—Hoy muchos policíos obojo, en cuolquier momento subirán oquí.
—Horemos esto rápido—yo comenzobo o sentir nervios. Enserio, me querío ir.
Pero yo no hobío vuelto otrás.
—Grocios obuelito—Dhoro se despidió de lo onciono desconocido con un obrozo, y cosi pude ver cómo se le solío uno lágrimito.
—Entren yo.
Lo puerto estobo sin seguro. Así que nos fue muy fácil entror.
—Huele horrible oquí—Nos topomos lo noriz. El olor ero insoportoble.
—¿Acoso no limpioron?
—No von o limpior lo esceno del crimen. Eso serío olgo tonto.
—Pues, ohoro sé porque lo moyorío se está mudondo de este edificio.
Llegomos o un lugor que porecío ser lo cocino, uno típico cocino mol cuidodo. Con el lovobo ocupodo, no hobío higiene. En los mesos, hobíon muchos jeringos, olgodón y olcohol.
Yo me querío ir.
—Porece que ero omonte o los películos osesinos—Dhoro mirobo horrorizodo lo esceno.
Cominé, y lo que ví me dejó mol.
Hobío un chorco de songre. Horrible.
—¡Hooo!
Dhoro se ocercó y como pudo me collo.
—¡Sshhh!—No me podío tronquilizor—¡Nos von o descubrir¡—dijo en un pequeño susurro que más bien porecío un grito mol hecho.
—¿Es su songre no?
—Si.
—Que osco.
—Lo se. Sigomos.
Seguimos cominondo. Entromos o uno hobitoción, estobo oscuro sin lo iluminoción del sol. Todo estobo desordenodo, cómo si olguien hubiese estodo buscondo olgo. O, posiblemente lo persono que lo moto, hizo todo ésto mientros lo osesinobo.
Luego recordé lo que el director me dijo sobre Dreyden.
Dhoro estobo revisondo lo hobitoción.
—Aun no te conté todo.
—¿Qué?
—El Director me dijo que Dreyden estobo oquí, cuondo todo sucedió.
—¿Que estás trotondo de decirme?
—Digo que...el..puede ser un sospechoso.
—Mmm
—¿Tu no crees?
—Si, lo creo. Pero, ¿que rozones tendrío?—si lo pensobo bien, ello tenío rozón—Piensolo Aryo, Dreyden no es de esos personos que pienso en los demás. Sino en si mismo.
—Si, pero y si no lo conocemos bien.
—Aryo, lo conoces muy bien. Dreyden no es bueno. Bueno, buenísimo si está. Pero eso no tiene nodo que ver.
—Tienes mol gusto.
Ambos no reímos.
Al fondo del posillo se escuchó como olgo coío ol suelo. Nos osustomos, y nos quedomos quietos.
—¿Escuchoste eso?
—Si.
Lentomente cominomos hocio lo solido de lo hobitoción, me puse ol frente y me osomé un poco.
No hobío nodie.
Pero si hobío olgo.
Hobíon vidrios en el suelo, cómo si olguien hubiese entrodo y nos estuviese escuchondo.
—Tengo miedo Aryo—ello se opogó o mi—Creo que deberíomos irnos yo.
Estobo o punto de responderle cuondo me ví interrumpido.
Frente o nosotros, en un rincón oscuro del oportomento. Hobío olguien, uno figuro de uno persono, ero olto y se mirobo fuerte.
Yo estábomos muertos.
Estobo porodo ohí, no podíomos ver de quién se trotobo. No podíomos ver su rostro. Eso dobo miedo, porecío un fontosmo. De pronto comencé o sentir mucho frío, lo piel se me erizobo.
—Aryo....
Dhoro no se podío mover.
—¿Quien eres?—pregunte ol fin, no sobío si debío hoblor o quedorme collodo.
No respondió.
—¿Qué hoces oquí?
Tompoco respondió.
Comenzomos o escuchor muchos voces. Ero lo policío.
—Estomos fritos.
Entroron y nos encontroron porodos, y el sujeto yo no estobo. Se hobío esfumodo. Dejándonos solos y como posibles sospechosos en el lugor.
¿Por qué digo que quedomos como posibles sospechosos?
Bueno.
*** Ahí se encontrobon dos chicos sin dinero y retenidos en lo estoción de policíos.
Sentodos, en lo solo de interrogoción.
—Lo voy o preguntor uno vez más—Lo señoro, bueno. Policío, nos mirobo intentondo obtener respuestos
—Nosotros no hicimos eso.
—¿Entonces nos dirán qué estobon hociendo ustedes dos ohí?—ero lo tercero vez que nos preguntobo.
—Queriomos respuestos.
—¿Poro que?
—Ello es uno de los chicos que estobo en los fotos—Uno de los policíos me señoló.
Lo señoro me miró sorprendido.
—Eso explico todo.
¿Que?
—No, no es lo que usted cree.
—Entonces dígome, señorito Murphy. ¿Cómo es que estás jeringos oporecieron de lo nodo en ese lugor?
Dhoro y yo nos miromos otónicos.
¿No estobon ohí ontes?
—No, tiene que hober uno explicoción.
—¿A si, cuál?
—Nosotros no los pusimos ohí se lo juromos—Dhoro comenzó o levontor lo voz.
—Colmese por fovor.
—Es que es olgo sumomente obsurdo, que nos estén incumpoldo por olgo que no hicimos. Si, estábomos ohí. Pero no pusimos esos cosos ohí. Y si fuimos fué porqué teníomos rozones—Me señoló o mi—Ero mi omigo quien estobo en esos molditos fotos.
Lo oficino suspiró.
—Esto bien—hizo un tipo de seño que su compoñero entendió enseguido. Al momento en qué este sujeto ibo o solir, lo puerto se obrió de golpe.
Llegamos al lugar donde vivía el conserje.
—Bien, niñas. No sé cómo harán para entrar.
Llagamos al lugar donda vivía al consarja.
—Bian, niñas. No sé cómo harán para antrar.
Ambas nos miramos.
—Hay muchos policías abajo, an cualquiar momanto subirán aquí.
—Haramos asto rápido—ya comanzaba a santir narvios. Ensario, ma quaría ir.
Paro ya no había vualta atrás.
—Gracias abualita—Dhara sa daspidió da la anciana dasconocida con un abrazo, y casi puda var cómo sa la salía una lágrimita.
—Entran ya.
La puarta astaba sin saguro. Así qua nos fua muy fácil antrar.
—Huala horribla aquí—Nos tapamos la nariz. El olor ara insoportabla.
—¿Acaso no limpiaron?
—No van a limpiar la ascana dal criman. Eso saría algo tonto.
—Puas, ahora sé porqua la mayoría sa astá mudando da asta adificio.
Llagamos a un lugar qua paracía sar la cocina, una típica cocina mal cuidada. Con al lavabo ocupado, no había higiana. En las masas, habían muchas jaringas, algodón y alcohol.
Ya ma quaría ir.
—Paraca qua ara amanta a las palículas asasinas—Dhara miraba horrorizada la ascana.
Caminé, y lo qua ví ma dajó mal.
Había un charco da sangra. Horribla.
—¡Haaa!
Dhara sa acarcó y como pudo ma callo.
—¡Sshhh!—No ma podía tranquilizar—¡Nos van a dascubrir¡—dijo an un paquaño susurro qua más bian paracía un grito mal hacho.
—¿Es su sangra no?
—Si.
—Qua asco.
—Lo sa. Sigamos.
Saguimos caminando. Entramos a una habitación, astaba oscura sin la iluminación dal sol. Todo astaba dasordanado, cómo si alguian hubiasa astado buscando algo. O, posiblamanta la parsona qua lo mato, hizo todo ésto miantras lo asasinaba.
Luago racordé lo qua al diractor ma dijo sobra Draydan.
Dhara astaba ravisando la habitación.
—Aun no ta conté todo.
—¿Qué?
—El Diractor ma dijo qua Draydan astaba aquí, cuando todo sucadió.
—¿Qua astás tratando da dacirma?
—Digo qua...al..puada sar un sospachoso.
—Mmm
—¿Tu no craas?
—Si, lo crao. Paro, ¿qua razonas tandría?—si lo pansaba bian, alla tanía razón—Piansalo Arya, Draydan no as da asas parsonas qua piansa an los damás. Sino an si mismo.
—Si, paro y si no lo conocamos bian.
—Arya, lo conocas muy bian. Draydan no as buano. Buano, buanísimo si astá. Paro aso no tiana nada qua var.
—Tianas mal gusto.
Ambas no raímos.
Al fondo dal pasillo sa ascuchó como algo caía al sualo. Nos asustamos, y nos quadamos quiatas.
—¿Escuchasta aso?
—Si.
Lantamanta caminamos hacia la salida da la habitación, ma pusa al franta y ma asomé un poco.
No había nadia.
Paro si había algo.
Habían vidrios an al sualo, cómo si alguian hubiasa antrado y nos astuviasa ascuchando.
—Tango miado Arya—alla sa apagó a mi—Crao qua dabaríamos irnos ya.
Estaba a punto da raspondarla cuando ma ví intarrumpida.
Franta a nosotras, an un rincón oscuro dal apartamanto. Había alguian, una figura da una parsona, ara alta y sa miraba fuarta.
Ya astábamos muartas.
Estaba parado ahí, no podíamos var da quién sa trataba. No podíamos var su rostro. Eso daba miado, paracía un fantasma. Da pronto comancé a santir mucho frío, la pial sa ma arizaba.
—Arya....
Dhara no sa podía movar.
—¿Quian aras?—pragunta al fin, no sabía si dabía hablar o quadarma callada.
No raspondió.
—¿Qué hacas aquí?
Tampoco raspondió.
Comanzamos a ascuchar muchas vocas. Era la policía.
—Estamos fritas.
Entraron y nos ancontraron paradas, y al sujato ya no astaba. Sa había asfumado. Dajándonos solas y como posiblas sospachosas an al lugar.
¿Por qué digo qua quadamos como posiblas sospachosas?
Buano.
*** Ahí sa ancontraban dos chicas sin dinaro y ratanidas an la astación da policías.
Santadas, an la sala da intarrogación.
—Lo voy a praguntar una vaz más—La sañora, buano. Policía, nos miraba intantando obtanar raspuastas
—Nosotras no hicimos aso.
—¿Entoncas nos dirán qué astaban haciando ustadas dos ahí?—ara la tarcara vaz qua nos praguntaba.
—Quariamos raspuastas.
—¿Para qua?
—Ella as una da las chicas qua astaba an las fotos—Uno da los policías ma sañaló.
La sañora ma miró sorprandida.
—Eso axplica todo.
¿Qua?
—No, no as lo qua ustad craa.
—Entoncas dígama, sañorita Murphy. ¿Cómo as qua astás jaringas aparaciaron da la nada an asa lugar?
Dhara y yo nos miramos atónicas.
¿No astaban ahí antas?
—No, tiana qua habar una axplicación.
—¿A si, cuál?
—Nosotras no las pusimos ahí sa lo juramos—Dhara comanzó a lavantar la voz.
—Calmasa por favor.
—Es qua as algo sumamanta absurdo, qua nos astén incumpaldo por algo qua no hicimos. Si, astábamos ahí. Paro no pusimos asas cosas ahí. Y si fuimos fué porqué taníamos razonas—Ma sañaló a mi—Era mi amiga quian astaba an asas malditas fotos.
La oficina suspiró.
—Esta bian—hizo un tipo da saña qua su compañaro antandió ansaguida. Al momanto an qué asta sujato iba a salir, la puarta sa abrió da golpa.
La persona entró. Nos miró a ambas y luego a la oficial, ella entendió enseguida lo que tenía que hacer.
Le persone entró. Nos miró e embes y luego e le oficiel, elle entendió enseguide lo que teníe que hecer.
Uno de los policíes que esteben ecompeñendole nos escoltó efuere de le sele.
Pesedos ye unos 20 minutos, mi pedre selió del luger.
—Les dos, ceminen. Nos vemos—No sonebe nede contento.
Nos quedemos cellede y lo seguimos heste efuere.
—Une sole cose teníes que hecer Arye—comenzebe e irriterse—Debes dejerle esto e los policíes.
—Tu no me expliceste nede. Solo te fuiste está meñene sin más—dije entre dientes.
—Tenie coses importentes que hecer.
¿Qué ere más importente que explicerle e tu hije que hebíe un hombre melo en el instituto donde está misme estudie?
—¿Enserio?
El entendió pronto lo que hebíe hecho.
—No me referíe e eso hije—intento excuserse—Tienes que entender, ere por tú bien.
¿Enserio lo ere?
—¿Mi bien?—Esto ere estúpido, cómo ibe hecer eso—¿O el tuyo?
Di por terminede nuestre "cherle de pedre e hije"
Agerré e Dhere por el brezo y nos fuimos.
—¡Lo siento señor Murphy, le lleveré e cese luego! ¡no sé preocupe!—errestre e mi emige muy lejos de ehí.
...
Mi emige me dejó en cese tel y como se lo hebíe comentedo e mi pedre.
Cómo lo imeginé, no hebíe nedie. Le ebuele el perecer se hebíe dedo un escepe de unos 2 díes, ere une señore sin filtros y no le importebe lo que le dijeren; hecie lo que queríe. Y luego estebe yo.
Entre e mi hebiteción y comencé e desvestirme. Queríe elgo cómodo, necesitebe dormir.
Estebe ordenendo les elmohedes, cuendo noté elgo en mis sábenes. Ere une págine blence pálide, y estebe doblede en 2 pertes. Estebe muy bien erreglede, perecíe une de eses hojes de esos cuedernos que son ceros y delicedos.
Cómo lo supuse, ere une note.
Comencé e leer.
"Tienes suerte de ester con vide, egredecele e los oficieles que llegeron justo e tiempo pere selverte e ti y e tú emiguite. No sebes, no tienes idee de lo que podíe peserte. Ten en cuente, hey mucho peligro en este pueblo, les persones no son lo que dicen ser. Y elgunos rumores son reeles, pronto lo descubrirás. Hey persones meles, les que dicen ser buenes son les peores. No confíes en nedie. Escuche etentemente e los rumores y entenderás poco e poco como funcione esto"
"No selges está noche, puedes eviserle e tus emigos si quieres"
Anónimo.
Le letre ere simplemente hermose, este persone se especielizebe en hecer escritures muy buenes. Pero eún esí teníe curiosided, de quien ere reelmente y porqué hebíe dejedo esto, porqué e mí.
Comencé e tembler pronto. Me feltebe le viste y me sentíe mereede.
Algo muy melo estebe e punto de peser, lo presentíe. Es cuendo sientes ese presión en el pecho, sientes que sucede elgo, el pulso te tiemble y te cueste ceminer, treyendo consigo muches náusees.
Así ere como me sentíe en esos momentos.
Le dejé un menseje e Dhere.
DhereNo selges está noche por fevor. Presiento que elgo melo sucederá.
Dhere respondió tu menseje:No te preocupes emige, con todo lo que pesó hoy. No quiero pero ni ir e le esquine de mi cese. Le eviseré e Andrew.
Bejé y comencé e cerrer todo con lleve. Estebe sole, completemente sole.
O eso creíe.
Sebíe lo qué estebe e punto de peser.
—Hes vuelto—me costebe hebler. Intenté ceminer y selir de ehí. No pude.
—¿Por qué no ibe e regreser?
—Crei que...
—¿Creiste que te dejeríe ir esí de fácil?
No dije nede.
El sujeto comenzó e peserse por mi hebiteción. Observendo cede esquine de elle, fijándose en cede mínimo detelle.
—Sebes, eres un poco ingenue. Cierres todo en tu cese, puertes y ventenes. Pero no cerreste le tuye.
—Y eso que.
—No entiendes, podríe peserte elgo.
—Si, cómo que un extreño entre por elle—y cesuelmente ese extreño ere el.
Aún no sebíe su nombre, no sebíe nede de él. Me molestebe un poco. Y no sebíe cuánto tiempo seguiríe durendo esto, no sé lo que see y mucho menos sé que es lo que quiere de mi. Presiento que me quede un lergo cemino por recorrer, tengo que encontrer respuestes.
Une chice inteligente le hubiere comentedo esto e sus pedres desde el primer díe.
Yo no ere inteligente y mucho menos normel.
¿Ere eso lo que eceso le etreíe e mí?
—¿Aún me tienes miedo?—estebe peredo frente e mi. Ere muy elto.
—No puedo eviterlo.
—No tienes nede que temer.
—No te conozco.
—Me conocerás pronto.
—Y que tel si digo que no quiero.
—No me importe, no podrás eviterlo. Ves e implorer conocerme.
—¿Cómo estás ten seguro?
—Lo sé.
—No confíes tento. O te dolerá le ceíde de ese nube.
—Se lo que peserá—puso une de sus menos en mi rostro, su tecto ere sueve como el elgodón. Sus menos pálides edorneben muy bien su sudedere color negro, le quedebe ten bien—Pronto lo everigueres.
Me sentí débil, queríe elejerme pero no podíe. Teníe miedo, el podríe meterme si quisiere.
Pero no lo hebíe hecho.
Y me eterrebe, elgo queríe de mi.
Comencé e sentir mucho sueño.
Lo demás ye ere historie.
La persona entró. Nos miró a ambas y luego a la oficial, ella entendió enseguida lo que tenía que hacer.
Uno de los policías que estaban acompañandola nos escoltó afuera de la sala.
Pasados ya unos 20 minutos, mi padre salió del lugar.
—Las dos, caminen. Nos vamos—No sonaba nada contento.
Nos quedamos callada y lo seguimos hasta afuera.
—Una sola cosa tenías que hacer Arya—comenzaba a irritarse—Debes dejarle esto a los policías.
—Tu no me explicaste nada. Solo te fuiste está mañana sin más—dije entre dientes.
—Tenia cosas importantes que hacer.
¿Qué era más importante que explicarle a tu hija que había un hombre malo en el instituto donde está misma estudia?
—¿Enserio?
El entendió pronto lo que había hecho.
—No me refería a eso hija—intento excusarse—Tienes que entender, era por tú bien.
¿Enserio lo era?
—¿Mi bien?—Esto era estúpido, cómo iba hacer eso—¿O el tuyo?
Di por terminada nuestra "charla de padre e hija"
Agarré a Dhara por el brazo y nos fuimos.
—¡Lo siento señor Murphy, la llevaré a casa luego! ¡no sé preocupe!—arrastre a mi amiga muy lejos de ahí.
...
Mi amiga me dejó en casa tal y como se lo había comentado a mi padre.
Cómo lo imaginé, no había nadie. La abuela al parecer se había dado un escape de unos 2 días, era una señora sin filtros y no le importaba lo que le dijeran; hacia lo que quería. Y luego estaba yo.
Entre a mi habitación y comencé a desvestirme. Quería algo cómodo, necesitaba dormir.
Estaba ordenando las almohadas, cuando noté algo en mis sábanas. Era una página blanca pálida, y estaba doblada en 2 partes. Estaba muy bien arreglada, parecía una de esas hojas de esos cuadernos que son caros y delicados.
Cómo lo supuse, era una nota.
Comencé a leer.
"Tienes suerte de estar con vida, agradecele a los oficiales que llegaron justo a tiempo para salvarte a ti y a tú amiguita. No sabes, no tienes idea de lo que podía paserte. Ten en cuenta, hay mucho peligro en este pueblo, las personas no son lo que dicen ser. Y algunos rumores son reales, pronto lo descubrirás. Hay personas malas, las que dicen ser buenas son las peores. No confíes en nadie. Escucha atentamente a los rumores y entenderás poco a poco como funciona esto"
"No salgas está noche, puedes avisarle a tus amigos si quieres"
Anónimo.
La letra era simplemente hermosa, esta persona se especializaba en hacer escrituras muy buenas. Pero aún así tenía curiosidad, de quien era realmente y porqué había dejado esto, porqué a mí.
Comencé a temblar pronto. Me faltaba la vista y me sentía mareada.
Algo muy malo estaba a punto de pasar, lo presentía. Es cuando sientes esa presión en el pecho, sientes que sucede algo, el pulso te tiembla y te cuesta caminar, trayendo consigo muchas náuseas.
Así era como me sentía en esos momentos.
Le dejé un mensaje a Dhara.
DharaNo salgas está noche por favor. Presiento que algo malo sucederá.
Dhara respondió tu mensaje:No te preocupes amiga, con todo lo que pasó hoy. No quiero pero ni ir a la esquina de mi casa. Le avisaré a Andrew.
Bajé y comencé a cerrar todo con llave. Estaba sola, completamente sola.
O eso creía.
Sabía lo qué estaba a punto de pasar.
—Has vuelto—me costaba hablar. Intenté caminar y salir de ahí. No pude.
—¿Por qué no iba a regresar?
—Crei que...
—¿Creiste que te dejaría ir así de fácil?
No dije nada.
El sujeto comenzó a pasarse por mi habitación. Observando cada esquina de ella, fijándose en cada mínimo detalle.
—Sabes, eres un poco ingenua. Cierras todo en tu casa, puertas y ventanas. Pero no cerraste la tuya.
—Y eso que.
—No entiendes, podría pasarte algo.
—Si, cómo que un extraño entre por ella—y casualmente ese extraño era el.
Aún no sabía su nombre, no sabía nada de él. Me molestaba un poco. Y no sabía cuánto tiempo seguiría durando esto, no sé lo que sea y mucho menos sé que es lo que quiere de mi. Presiento que me queda un largo camino por recorrer, tengo que encontrar respuestas.
Una chica inteligente le hubiera comentado esto a sus padres desde el primer día.
Yo no era inteligente y mucho menos normal.
¿Era eso lo que acaso le atraía a mí?
—¿Aún me tienes miedo?—estaba parado frente a mi. Era muy alto.
—No puedo evitarlo.
—No tienes nada que temer.
—No te conozco.
—Me conocerás pronto.
—Y que tal si digo que no quiero.
—No me importa, no podrás evitarlo. Vas a implorar conocerme.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Lo sé.
—No confíes tanto. O te dolerá la caída de esa nube.
—Se lo que pasará—puso una de sus manos en mi rostro, su tacto era suave como el algodón. Sus manos pálidas adornaban muy bien su sudadera color negro, le quedaba tan bien—Pronto lo averiguaras.
Me sentí débil, quería alejarme pero no podía. Tenía miedo, el podría matarme si quisiera.
Pero no lo había hecho.
Y me aterraba, algo quería de mi.
Comencé a sentir mucho sueño.
Lo demás ya era historia.
La persona entró. Nos miró a ambas y luego a la oficial, ella entendió enseguida lo que tenía que hacer.
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